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Todos conocemos el concepto de Internet of Things. Este hace referencia, según, Banafa (2014), a la red de objetos físicos a los que se tiene acceso a través de Internet, gracias a la tecnología incorporada en dichos objetos que permite interactuar con el entorno exterior. La acumulación de los datos que éstos objetos arrojan nos permiten crear una red tecnológica entre objetos físicos, que, con un buen sistema analítico, permiten recopilar una cantidad ingente de información muy útil para optimizar sistemas y procesos, y mejorar la capacidad de tomar decisiones estratégicas en cualquier negocio o empresa.
El Internet of Everything va más allá. Cisco (2013) lo define como el “proceso de reunir personas, procesos, datos y cosas para conseguir conexiones de red más valiosas y pertinentes que nunca, convirtiendo la información en acciones que creen nuevas capacidades, experiencias más ricas y oportunidades económicas sin precedentes para empresas, personas e incluso países”. En otras palabras, el IoE es la conexión inteligente de personas, procesos, datos y cosas. En la actualidad existen miles de millones de objetos con sensores capaces de detectar, medir, o valorar su propio estado, y dicha información está accesible en la red. En el pasado, dicha información solo se podía medir de manera manual, y requería la participación del ser humano para dicha evaluación.
Los cuatro elementos claves en el Internet of Everything, se centran en crear una red en la que personas de todo el mundo estén conectadas de manera valiosa y útil, dichas personas optimicen sus decisiones estratégicas gracias a la información que la acumulación y análisis de datos otorga, optimicen el proceso de transferencia informacional, escogiendo el momento y la persona adecuada, y controlen el estado y la interacción de objetos físicos, que hasta hace pocos años era impensable poder controlar automáticamente.
La única diferencia entre estos dos conceptos es que el Internet of Things es una de las partes del Internet of Everything. El IoT se ha referido siempre a la conexión entre objetos físicos, pero el IoE va más allá y pretende generar una única red, combinando datos, personas, cosas y los procesos de interacción entre todos ellos.
En definitiva, en la actualidad el dato es información, y la información es dinero. Por ello, la necesidad de recopilar la mayor cantidad de información para posteriormente tratarla es una prioridad en el mundo empresarial es instalar sensores de medición en todos los objetos del mundo, de manera que los propios objetos se coordinen y su información permita facilitar muchos de los procesos más cotidianos que conocemos, como la duración de los semáforos en función del tráfico, el encendido automático del alumbrado público en función de la cantidad de luz natural que haya cada día (en función de las condiciones meteorológicas, etc.). Se trata de conseguir que la sincronización entre objetos físicos optimice procesos tan cotidianos como la red de tráfico o la red de alumbrado público.
La pregunta que todo el mundo se pregunta ahora es: ¿cuántos puestos de trabajo suprimirá la automatización de este tipo de procesos? Y la más importante: ¿Cuánto tardará la tecnología en automatizar mi trabajo, y convertirme en un eslabón prescindible en el mundo laboral?
Referencias bibliográficas
