La tecnología de reconocimiento facial

La tecnología de reconocimiento facial es relativamente novedosa, fascinante por otro lado, y, por supuesto, trae consigo algunos problemas relativos a la privacidad. Comenzamos con lo básico.

¿Qué es?

El reconocimiento facial es una técnica de verificación. Se basa en la biométrica facial para obtener medidas que permitan identificarnos. Las formas únicas de nuestros rostros permiten su uso para la identificación personal.

¿Cómo funciona?

Este método consiste en realizar una imagen de nuestro rostro que va a ser buscada y comparada en una base de datos previamente almacenada en el sistema. La imagen puede ser bidimensional (2D) o tridimensional (3D).

La información de las medidas que se extraen de la imagen se transforma en información alfanumérica mediante software, obteniéndose un código único.

Lo más habitual es que el reconocimiento se efectue con cámaras que sacan una imagen en 2D pues es la tecnología más común y normalmente se disponen de una BBDD con imágenes de esas características.

Por otro lado, una imagen en 3D siempre va a ser más “segura” pues captura información más fiable, esta es, datos de profundidad (sobre todo de la nariz), ángulos, iluminación, etc que se escapan a una imagen en dos dimensiones, eso sí, la tecnología que se utiliza es la misma. Se busca generar un código que se coteja en la BBDD sólo que con mayor información, lo que refuerza la seguridad.

¿Para qué se utiliza?

El reconocimiento facial tiene usos diversos, por un lado tenemos la utilización de esta tecnología para identificar personas a nivel de seguridad. Lo utilizan las autoridades para identificar criminales, o los aeropuertos en sus controles. La característica común en estos casos es que uno no da su permiso para pasar por las cámaras.

La otra vertiente, menos controvertida aunque no libre de temores, es su uso para el marketing, sí, no podía ser de otro modo. Anuncios en función de nuestro rostro, tiene mucho potencial. Otra posibilidad es su inclusión en casas “inteligentes” y claro está, en apps para nuestros smartphones.

La clave estará, como suele ser habitual, en entrenar los algoritmos para que su efectividad sea cada vez mayor.

El lado oscuro.

La diferencia con otros métodos de verificación/autenticación es que una cámara puede  recopilar la información tanto con tu consentimiento como sin él.

En definitiva, la tecnología que está tras el reconocimiento facial nos sorprende y es muy interesante. La línea entre construir una vida más segura y personalizada y la pérdida de privacidad es muy fina. La repercusión del reconocimiento es limitada en estos momentos pero es necesario conocer no es, ni mucho menos, algo futuro o lejano y por tanto, nos guste o no, el reconocimiento facial ya está aquí.